Poeta, ensayista y educadora, fue una figura relevante de la Generación del Centenario, constituida por representantes destacados de la cultura tucumana de la primera mitad del siglo XX, que contribuyeron decisivamente a la consolidación de Tucumán, como polo cultural y científico del noroeste argentino, a través de acciones trascendentes como la creación de la UNT, la revitalización de los estudios históricos sobre la región y el rescate de su legado folklórico. Si bien nació en Jujuy, desde su primera infancia vivió en Tucumán, en donde realizó sus estudios primarios y secundarios, hasta graduarse de maestra en la Escuela Normal Juan Bautista Alberdi. Tanto en esta institución, como en la Escuela y Liceo Vocacional Sarmiento de la UNT, enseñó Literatura Argentina, Española y Clásica. Asimismo, dictó Metodología y Práctica de la Enseñanza de la Literatura, en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT. Compartió esta intensa actividad docente con su firme vocación poética y su influyente gestión cultural. En este sentido, su activa participación en la Primera Exposición Provincial de Tejidos y Artesanías en 1916 tuvo un impacto perdurable en la cultura y en las aulas tucumanas. Uno de sus poemas emblemáticos, La randera tucumana, no solo inspiró la realización de esta exposición, sino que logró rescatar una antigua artesanía, surgida en el siglo XVI y valorada durante mucho tiempo, que había perdido valor en esos años, con la consiguiente notable disminución de la fuente laboral de las tejedoras de estas randas, a quienes Amalia Prebisch denominó randeras. Por otro lado, gracias a la musicalización del poema bajo la forma de zamba, realizada por Andrés Chazarreta, esta pieza folklórica tuvo una amplia repercusión durante varios años en las escuelas y sus actos escolares. Con respecto a sus motivos estéticos, logró conjugar en su obra poética el rescate de lo telúrico, con su preocupación por temas universales, con algunas resonancias de sus autores predilectos, como el poeta Rabindranath Tagore y el filósofo Pierre Teilhard de Chardin. La publicación de La randera tucumana y otros poemas se realizó en 1981, luego de su fallecimiento, como un homenaje de sus hijas a quien no quiso publicar en vida su propia producción poética y ensayística, la cual logró conservarse, sin embargo, a través de numerosos manuscritos y de algunas revistas y diarios de su época.