dc.review.review | Este poemario de Nicandro Pereyra está enteramente compuesto por formas genéricas propias de la cultura rural de distintas regiones argentinas (principalmente la copla en cuartetas), en las que, sin embargo, incorpora giros y vuelos típicamente neorrománticos. Embanderado, como sus compañeros de generación en una visión enaltecida de la misión de la poesía, Pereyra reivindicaba la raigambre rural de su propia ascendencia y cultivó un culto a las expresiones camperas. En este libro no faltan los característicos poemas de amor de Pereyra, pero tiene sobre todo un marcado contenido político, en clave de decidida denuncia de la explotación de los trabajadores de la zafra y el ingenio azucareros en Tucumán. Entre otros homenajes a figuras históricas como Marco Avellaneda y el obispo Colombres, los hay también a obreros. Una serie de poemas están dedicados a Carlos Antonio Aguirre, dirigente sindical comunista asesinado durante la represión a la huelga de la FOTIA en 1949. Raúl Galán, que para ese entonces se había alistado en el peronismo, desautorizó públicamente el derecho de Pereyra a usar el sello de “La Carpa”, aunque, como le contestó Pereyra, el acuerdo establecía que todos los miembros del grupo tenían el mismo derecho a usarlo. A raíz de esta polémica, de todos modos, el sello no volvió a usarse. | |