dc.review.review | “Miskimina”, la primera nouvelle de Silvia Camuña, fue escrita a sus 19 años. Miskimina es el nombre del personaje central, y nace, como casi toda la materia prima inicial de la historia, de un ejercicio de escritura automática. Poco tiempo después, la autora se entera del verdadero significado: “Misky” o “Miski”, del quechua, quiere decir dulce, y “mina”, término del lunfardo, “mujer”. Miskimina, mujer dulce, de tintes rojizos, en una danza de trazos se escribe a sí misma, se hace lenguaje. Es así como la retrata el artista Oscar Adanto en la tapa del libro.
Las temáticas que toca: el amor, la muerte, que en su colorido lenguaje alcanzan a palparse, olerse, saborearse, escucharse. “Miskimina” es una fábula adolescente; la protagonista es tucumana, recorre las calles de San Miguel, la Facultad de Filosofía y Letras, el sur de la provincia, Concepción, con sus ferias, su estación de trenes, la plaza Mitre y el hospital. Miskimina, una mujer del interior del país, de una ciudad más puritana que cosmopolita, trata de darle al placer, un puesto junto al resto de las emociones humanas. | |