dc.review.review | Música para quemados es un poemario ondulante y extraño que parece salido de los sueños de la fiebre, y se asienta en una lógica que sostiene que se deben quemar las vivencias para verlas en serio. Ahora, en ese fuego no hay masoquismo; la voz de Juan Gómez Romero va desenrollando con él las cortinas de una cuarta dimensión donde la experiencia es exorcizada y queda suspendida por encima del tiempo: “Las aguas / no se detienen / y se llevan todo aquello / que ataba a mi alma. / Vine al río / a nacer”.
El mecanismo del libro podría definirse como un surrealismo moderado, pero es más que eso, ya que el lirismo logra tener el control de sus imágenes e, incluso, llega a sacrificarlas en pos de una sed gótica, para volverlas a revivir. | |