“Nunca estuve obsesionada por la armonía perfecta, prefiero el accidente y sus resultados” en Curva de LorenzBlancas y plateadas es un libro donde la memoria ancestral de todo aquello que transita por fuera de lo absolutamente humano está siempre recuperándose, siempre ingresando en los imaginarios de una poética que tiene una frescura de infancia y un estilo propio. Entre los álbumes familiares, las chicas jóvenes y deseantes, los besos por celular, las charlas sobre el caos y los miedos insólitos, el poemario se teje como la práctica del juego: hermoso y serio. Dice su autora que fue el resultado de mucha lectura y de talleres con algunxs de sus escritorxs favoritxs, pero también de la lucidez de sus editorxs que son- en cualquier camino de visibilidad de un catálogo- fundamentales. El arte de tapa del libro es una imagen de la perra Caniche que acompañó a su autora durante gran parte de su vida y que, una vez muerta, se transformó en ficción de la ternura, en recuperación de esa cercanía que – cuando niñxs – tenemos con la libertad.La voz ávida que se pregunta cosas y que, a veces, con la ironía de lo inevitable, afila la lengua dice: la chica con la que te vas a acostar la semana que viene/ tiene en la mesa de luz/ los libros de los que conversamos/antes de dormir.