Relato en son para Mala
Autor
Camuña, Silvia
Editorial
Editorial
Culiquitaca ediciones
Tematica
Narrativa argentinaNovelaFecha de Publicación
2013
RESEÑA
Verónica Estevez
Verónica Estevez
Reseña
Relato en son para Mala se inscribe en ese grupo de textos de difícil clasificación genérica: no es una novela ni un cuento largo aunque es prosa, pero se respira poesía en cada palabra y se trasluce que su autora, Silvia Camuña, es esencialmente una poeta, ya que lo lírico fluye con naturalidad y espontaneidad.
La anécdota de Relato en son para Mala es casi mínima: Mala, una profesora del secundario de mediana edad, madre soltera, desea abandonar sus obligaciones para sentir y vivir un gran amor. Esta pequeña historia es una excusa para incursionar en los vericuetos del lenguaje y en una abismal soledad, plagada de frustraciones, de negaciones y de fantasías inalcanzables.
Dos tópicos pueden desprenderse de su lectura: el lenguaje y sus posibilidades (o falta de ellas) y la reivindicación del deseo en el sujeto femenino.
Es de destacar, tanto en “Clademira y el vuelo” y, sobre todo, en “Relato en son para Mala”, el gesto casi adolescente, irreverente de romper estructuras, de jugar con el lenguaje, con su materialidad. Pero a la vez que Silvia Camuña conserva saludablemente esa adolescencia creativa, se respira madurez en su escritura y en el tratamiento de los temas.
Mala, su protagonista, eterna insatisfecha y exploradora de su interioridad, toma conciencia de que el lenguaje es el único instrumento o vehículo de comunicación con el que cuenta, pero es insuficiente para expresar la riqueza y profundidad de los sentimientos humanos. Busca que el lenguaje cumpla exitosamente con su función comunicativa, lo estira, lo contrae, y aun así no logra llenar con palabras el vacío, la oquedad, puesto que las palabras son el reemplazo, el sustituto de la realidad en signos.
El registro metalingüístico, lejos de intelectualizar, carga de sensualidad y erotismo la materia narrada: “Cuando lee o estudia el lenguaje comienza a llamarla en gemidos de secreto: -¡yo te voy a salvar! -le dice y ella deprisa se sube en eles de plata, eles de Lejanía, de Lejos. Se hamaca Mala y canta- te sé lejos, lejando, lejandino te veo y te querría aquí en el postrer suburbio de mi gana.”
La experimentación con el código va desde alteraciones en la tipografía, con el empleo de negritas y mayúsculas, hasta rupturas de la segmentación de las palabras y la sintaxis ordinaria:
“solotú sólotú sólotú”
“Mala, profesora de lengua, castellano y literatura no puede prescindir de él, entonces se aferra a la primera letra que pasa, a una negra M- ¿Sos la de mamá? -le pregunta y la eme con sus patas de araña peluda le contesta- no, no soy, soy la eme de mala -y la atrapa con sus tentáculos. Mala no se cansa de clamar por la blanca y mullida eme de mamá que no la asistirá nunca porque ella ya tiene la ponzoña en la ingle. “
La lengua, entonces, es armada y desarmada. Cuestionada. Es por eso que en ambos textos se plantea la necesidad de remontar vuelo, de que al lenguaje le crezcan alas. Y le dibuja alas de todo tipo. Justamente, la dedicatoria del libro es “Para Mala, por un vuelo mejor”. El vuelo como metáfora de libertad es otro de los tópicos que se repiten en la producción de Silvia Camuña.
Dice Alejandra Pizarnik
“Yo no sé de pájaros.
No conozco la historia del fuego
pero creo que mi soledad debería tener alas.”
Así como rompe con las estructuras rígidas del lenguaje, Camuña a través de su Mala, cuestiona y desafía todos aquellos elementos y valores tradicionalmente sobreentendidos en relación al lugar de la mujer en la moral burguesa. En ese sentido “Relato en son para Mala” se inscribe en el canon de la literatura erótica escrita por mujeres que, desde Safo, pasando por Anaïs Nin, Anne Desclos, Margueritte Duras y en la Argentina, Alicia Steimberg, Tununa Mercado, Angélica Gorodischer, exploran el mundo de las pasiones y sensaciones femeninas pero, por sobre todas las cosas, desde una postura ideológica, en la que analizan y cuestionan las relaciones de poder en las sociedades, los silencios, los prejuicios, las renuncias que debe hacer una mujer para adaptarse a los cánones de una sociedad diseñada para y por los hombres. La figura de la niña mala y traviesa tiene una larga y fecunda tradición dentro de la literatura erótica.
El deber ser acosa y persigue a Mala:
“- Deberías recordar que tenés un hijo -le reprocha su madre y se va”
“-EGOÍSTA -la llamó la voz”“-Mala, una inyección te van a poner si te portas mal .”“-No seas puerca -le dice la voz y la arroja en el rincón de la penitencia- ¿es que no tienes otra cosa en qué pensar?”
Pero Mala lanza un desafiante grito de libertad,
“¡Sandalias azules! -le quisiera gritar Mala- ¡sandalias azules me puse esa noche del salto en que rompí con la tradición del sexo inmune, ¡por fin tuve una noche singular! ¡oh sí! ¡oh sí! -pero ¿qué sabe madre del oh sí? Mala se duerme con el recuerdo del ohsí y se va a la caravana de las MUJERES MALAS a elevar cánticos que dicen los nombres del gozo en voz alta.”
La relación amorosa planteada: Mala y el Trapecista, no tiene consistencia real, más bien son elucubraciones casi oníricas del imaginario erótico femenino que reafirman la soledad y la situación de impotencia ante la vida, ante su cotidianeidad, de la protagonista. El deseo de Mala se alimenta de ausencias, fogonazos de adiós y vacíos de seres. Los amores fallidos, los romances imposibles, la necesidad de sentir placer se concentran en un único sentimiento agónico: Tristeza. Tristeza y desolación. Es que para Mala no hay finales felices.
Con un fino erotismo que conjuga con acierto el sueño y la vigilia y una exquisita escritura, Silvia Camuña con su Relato en son para Mala, le canta al alma femenina, a la soledad y a las ansias de libertad.
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